enero 21, 2015

(Hace semanas no me atrevía a publicarlo)
______________________________________________


Me permito tener pena una semana al año,
siempre por estas fechas,
una náusea ridícula de todo aquello que me trago.

Me permito sentir esta pena que destroza
porque tiene más que ver conmigo que contigo,
porque está teñida de rabia, de decepción,
de frustración cíclica,
del rencor que dejaste en mi médula,
del enojo que siento hacia mí cada vez que pienso en ti.

Reclamo el derecho a sentir la angustia visceral que genera
el terror de intuir que arruinaste toda la magia que en mí había,
encogiéndome ante la posibilidad de que ya nadie me mire
como por años esperé que tu me miraras
o que nadie pueda hacerme sentir tan inflamable,
tan fugaz, tan explosiva.

Junto a ti me sentí capaz de crear lo magnífico,
solo por estar a tu lado,
porque todo lo podía
todo lo quería,
todo lo transformaba.
Contigo, más que nunca,
me sentía trazada en pura poesía,
un dianión literario,
eterna como punto suspensivo.

Junto a ti me sentí más sublime que nunca,
a pesar de tus constantes intentos de mantenerme atada al suelo,
de tu frustrado esfuerzo de hacerme feliz,
de tu distancia,
de tener que mendigar tus besos,
de tus olvidos,
del zumbido de tu odio en mis oídos
o del dolor que tu falta de hombría dejó en mis costillas.
A tu lado me sentí universalmente sublime,
absolutamente trascendental.

La pena,
la rabia,
la angustia
y el asco que siento al pensarte
nace ahí;
no puedo tolerar
que aquella sublimación infinita
se explique simplemente porque has sido
la única persona a la que realmente he amado en la vida.

0 Frenzies:

Publicar un comentario

 
Copyright 2009 Volátil