marzo 27, 2011

S.

Me dice que encontró un cuaderno, en el cual escribió que quería comerme, según yo recuerdo con letra bonita, y yo respondí que le quería, muchas veces, con letra fea, todo con pluma antigua.


Todo era tan lírico en su pieza blanca con Perro diciendo "Miau!". Y me veo en la necesidad de admitir que nunca escribí tanto como cuando paseaba con él por el centro, aunque la mitad, o más, ya no exista porque los borré en mi arrebato de suprimir su paso por mi vida.

Dijo que nos queríamos, no recuerdo si usó "mucho" o "tanto" u otro amplificador, aunque no estoy tan segura de ello ahora. Si yo lo hubiese querido tanto, no hubiese hecho lo que hice, y si él me hubiese querido mucho, no me hubiese dicho lo que dijo. Pero bueno, algo nos tuvimos que querer.

¡Y todo era tan lírico cuando estábamos juntos! No lo digo con pena; extraño, claro, muchas cosas, pero ya no están y en cambio tengo otras.


Quizá todo era poético porque es una especie de Principito moreno, o un romántico con la genética necesidad de "poetizar la vida y de vitalizar la poesía".

Y si bien, todo era poesía, no tengo motivos para olvidarme que me hizo llorar cuando había decidido que con él ya no lloraría nunca más.

¡Tréboles de 4 hojas! Aún no sé que carajo significó haber encontrado en su maceta tréboles de 4 hojas.

marzo 26, 2011

Torpe.

Que todo en ti sea un fraude, una asquerosa copia,
y que todo en mi se viese obnubilado ante lo majestuoso de la falsedad
me hace más miserable que inventarme
que todo en ti es tendiente al cambio
y que todo en mi es inestabilidad.

Pensar que mi ambigüedad no cabe
en lo limitado de tu logos.

Reconozco tus originalidades donde sea que me asome.


Sin los colores de las excentricidades plagiadas
pasas de obra de arte
a una simple sopa Campbell.
 
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