Sé que un día despertaré y no querré lamerte más las heridas.
Ya sabes que soy gata, huraña y malagradecida.
Déjate de boludeces, que yo no necesito ningún Roldán.
Yo no quiero ni ofrezco claveles.
¿Por qué me pides esas flores tan feas
si yo quiero darte violetas?
Si te ofrezco poesía,
literatura fresca y casi virgen,
no tiene sentido que me exijas filosofía.,
Yo llegue a tu vida para regalarte versos,
prosas, alegorías y digresiones,
no para caer en juegos de dialéctica, lógica y hermenéutica.
Si para ti no son suficientes mis micro-cuentos,
no me queda más que tomarlos, quemarlos
e irme lejos, trovando hasta que aparezca un mecenas
que esté dispuesto a desmembrarlos y analizarlos,
cual formalista ruso,
mientras le beso la clavícula y muerdo su voluntad.
Un día no no voy a querer lamer tus heridas, sino las de otro(s),
y a vos te va a dar una pica,
como si te metieran ají en el poto.
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