La compañía está sobrevalorada.

Decir 'no, no estoy solo' es una construcción,
jamás se deja de estarlo,
'estar con alguien' es meramente anecdótico,
incluso hermosamente anecdótico,
pero inevitablemente circunstancial,
y no entiendo esa manía de preguntar 'estás pololeando?'
y responder 'no, estoy solo'.

Tampoco es que deteste las relaciones,
extraño, claro, muchas cosas,
de S., por ejemplo,
extraño el hecho de que con él jamás le falto arte a mi vida,
de Eddo el sentir que era inmune al mundo,
de Nico no extraño cosa alguna porque no tuvimos algo que se pudiese extrañar,
pero siempre, con todos, siempre, siempre,
estuve sola,
estuvimos solo,
porque jamás fue posible salvar la diferencia abismal
entre tu y yo,
la grieta de la conjunción,
nos supe dos,
de principio a fin,
al lado del otro,
conjuntos,
mas no uno.

Estoy sola,
y una vez asumido eso,
puedo gastarme la vida en lo que sea
menos en tener la preocupación estúpida
de no 'quedarme sola'.